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Si bien ya tenemos (bi)campeón, aún faltaba una final por jugarse. Final que no involucró vuelta olímpica sino el último soplo de vida en primera, que no es poca cosa. Los últimos noventa minutos del año se dedicaron al descenso, la final de abajo.   

 

Ya resuelto el caso Chará en tiempo record a favor de los chiclayanos y tras un par de resultados –triunfo de Minero ante Alianza y empate de Aurich con Vallejo- en la última fecha del Clausura, los enredados quedaron en igualdad de puntajes, obligándolos a ser duelistas esta noche por  un año más de vida.

 

El partido se jugó con mirada al horizonte y con actitud sañosa, queriendo hacer daño al del otro lado, aunque con el orden de cualquier recreo de escuela primaria. Sin más de dos toques a ras de campo antes de pinchar la pelota para hacerla volar a destino incierto, los dos equipos vieron pasar los minutos en ese estilo hasta el 19, cuando un pase largo aterrizó en la banda izquierda del ataque chiclayano donde se ubicaba el polémico colombiano, Edison Chará, que tras dos pasos de viada lanzó un zurdazo al primer palo de Chiquito que esperaba un manejable centro. Golazo sorpresa que rompió la vertiginosa monotonía del partido que carecía de precisión, que con sólo apelar a ella se llegaría al norte, al gol.

 

Idas y venidas hasta tres cuartos de cancha de ambos equipos que hacían lucir a sus centrales y gritar a sus porteros, una erupción de buenas intenciones que acababan cortadas por defensivas piernas alzadas, empero, como dije antes, la precisión haría la diferencia y eso creyó también el argentino José Galván antes de lanzar un centro cruzado desde la derecha del ataque de Minero en busca de un avivado receptor, que fue su compatriota Natalio Portillo, quien arremetiendo y un segundo antes de un enésimo corte adelantó a Matinuzzi para mandar el balón lentamente adentro a tan sólo siete minutos después del tanto de Chará.

 

El ritmo dado hasta ese entonces no decayó en todo la primera etapa, donde hubo tiempo para hacer una diferencia más, nuevamente Aurich se adelantaría en la pizarra con un gol de la humanidad de Carlos Zegarra, que cogió en el área chica, mientras se lanzaba al césped fingiendo una falta, un balón servido desde un tiro de esquina. Diez minutos después, el árbitro Pacheco pitó el final del primer tiempo, el tiempo de los goles.

 

En los segundos 45’, Chepe Torres operó cambios ofensivos que no pesaron en el partido, tanto Ricky Pérez como Jorge Leiva divagaron en la intrascendencia, Renzo Benavides retrocedió unos metros cual “10” impostado y Melgar (que entró por Galván) con Tragodara bombeaban pelotas cruzadas, intentando emular la jugada de su primer gol. Pero Cuto atento en las coberturas y Jair Butrón nada dubitativo, despejaban de cabeza los inocuos centros, esperando armar contragolpes con la velocidad de un animoso Chará, que apagó el acelerador en los últimos minutos.  Las jugadas cortadas se hicieron propias del partido, haciendo de la tensión de un gol casual (chiripazo) la única expectativa que quedaba hasta el final, lo cual nunca se dio.  

 

En el minuto 94, toda la defensa del “Ciclón del norte” se desparramó sobre su eje al escuchar el sonido de la finalización del partido, Cuto y Zegarra sonrían abrazados y los “anaranjados” corrieron acongojados a los camerinos sabiéndose derrotados. Alguno, como el anotador del gol, Natalio Portillo, declaró su tristeza con la seguridad que le da un contrato con Cienciano para el 2009. Minero descendió, pero, de los responsables, la plantilla actual, incluyendo al técnico Torres, en menor medida, ¿lo acompañará en su pena?

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A una fecha para acabar el campeonato, un lío de leguleyos referido al descenso sale a la luz pública, con el que se perjudica al Juan Aurich de Chiclayo con el retiro de 15 puntos -ganados en cancha desde la fecha 18- por la supuesta mala inscripción del colombiano Edison Chará, haciéndose efectivo el manotazo de ahogado conjunto de Atlético Minero y de Alianza Lima, cuando este último estaba aún involucrado seriamente con la pérdida de la categoría.

 

El contrato de Rabona se resolvió con la salida del técnico, ex-arquero de la selección, Julio César Balerio. Pero con el arribo de Franco Navarro, los servicios del aludido fueron nuevamente requeridos, desde la fecha décimo octava, participando activa y efectivamente en el repunte del “ciclón del norte”, sin que se le haya elaborado un contrato formal, según alegan los clubes denunciantes.

 

Cual campeonato distrital, los reclamos en mesa han sido constantes este año, fungiendo de recurso velador de quienes no demuestran valía en la cancha. Sport Áncash quiso tomar la punta apelando a tinterillos, ahora Minero salvará del descenso con lo propio.

 

Los argumentos y postulaciones que se cernirán para la resolución del tema son desconocidos para el seguidor de a pie. Por lo que sólo queda esperar -una semana aproximadamente- el desenlace de la novela, que ya no involucra a la “mitad más uno” de la hinchada nacional.

 

De darse la catástrofe íntima, Carlos Franco & Cía., ya tenían resuelto el papelón antes del pitazo final.